2 de junio de 2020
No quiero tener un millón de amigos
La columna de Caroline
Ilustración de Florencia Denis
Para mĆ, la amistad es un tema cuasi sagrado. A lo largo de mis tantĆsimos aƱos he conocido a muchas personas. Con algunas, el contacto solo fue circunstancial, pero con otras surgió una atracción instantĆ”nea. Aunque, ahora que lo pienso, no siempre la atracción fue instantĆ”nea, mĆ”s bien hubo algĆŗn punto de interĆ©s reciproco que fue creciendo en el tiempo y a lo largo de nuestras vidas. AsĆ defino a un amigo: un vĆnculo no forzado, que salve las barreras de la distancia y que nos reconforte el alma.
ā
Un grupo maduro de amigos no se reúne para matar el tiempo sino para hacer catarsis, para compartir vivencias de lo cotidiano. Es una especie de sesión grupal de psicoanÔlisis, pero gratis, ”es genial! Es terminar una cena con amigos e irnos a dormir con una sonrisa, con una calma chicha. ”Es fantÔstico! No digo que siempre las reuniones sean jocosas y pum para arriba. ”Qué bueno poder reunirnos a llorar o tratar nuestras siniestras culpas con ellos! El trabajo diario se dignifica con un after office semanal.
Siempre que me reĆŗno con amigos, rejuvenezco veinte aƱos. Pese a que vivo a 1.600 km de la mayorĆa e incluso con otras que hay ocĆ©anos y montaƱas de por medio, seguimos en contacto. La tecnologĆa nos ayuda en este punto. A veces, creo que el WhatsApp es un ente propio que nos engancha, pero Ā”cuidado con esta aplicación! Porque mal usada nos encadena y nos hace esclavos de la hiper conexión.
De todas maneras, extraƱo el correo tradicional y las llamadas telefónicas de una hora y media. Recuerdo que de chica me invadĆa una ansiedad enorme cuando recibĆa una carta de una amiga a quien no habĆa visto durante toda una temporada y en ella me contaba sus aventuras. Y ni hablar de la adrenalina que me generaba el timbre del telĆ©fono y que, por una especie de telepatĆa, distinguĆa que se trataba de mi mejor amiga (y eso que en esos aƱos de Entel no existĆa el caller ID).
ā
Con los años me di cuenta de que yo no quiero tener un millón de amigos, prefiero tener una pequeña selección. No sé si son muchos o pocos, son los que quiero tener y con quienes nos complementamos. Aquellos que sé que con solo notar «el tono» de sus chats o de su voz, conozco su estado de Ônimo. Y aquellos con quienes comparto, a la distancia, una red de contención y cariño sin fisuras.
Esa clase de amigos son los quiero tener. Ā”QuĆ© no nos falte una amiga con quien reĆr, llorar y brindar juntas! ĀæQuĆ© serĆa de nuestras vidas sin esa gran compaƱĆa? ĀæO cómo enfrentarĆamos la rutina semanal si no tuviĆ©semos la visita de esa pareja de compinches que nos despeja de la modorra diaria? ĀæCuĆ”nto cuidamos de nuestros amigos? ĀæQuĆ© sabemos de ellos?
ā
ĀæHace cuĆ”nto no los llamĆ”s o escribĆs?