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8 de julio de 2020

MEGA ROCKA: «Nacimos tocando» 

Entrevista a @megarocka

Instrucciones para leer esta nota:

  1. No silencies la página, estás escuchando EL DESIERTO, déjalo, que te acompañe la lectura.

  2. Abrí la cerveza, esa que estabas reservando para un momento especial: la artesanal, la roja, ámbar o la de siempre…

  3. Poné al alcance de la mano la picada: maní, palitos o queso…

¿Estás listo? Ok, arranquemos…

 

Mega Rocka es una banda con anécdotas, los conocía de nombre, de recomendaciones, del famoso «boca en boca», así que hacía rato que quería sentarme con ellos a que me contaran su historia. Aprovechando la cuarentena, el boom del zoom y que hace poco subieron el disco completo a Spotify, encontré la excusa perfecta para coordinar el encuentro. Así fue, cada uno desde su casa unidos en una misma pantalla nos encontramos Sánchez, Nacho, Ramiro y yo. Después de las pruebas de sonido correspondientes, de la puesta a punto de micrófonos, auriculares y grabador, empezamos sin muchos más preámbulos.  

La Palestra: Sé que se conocen desde hace mucho y que tocan también hace varios años, pero cuéntenme cómo surgió la banda.

Nacho: Todo empezó en el 2016…

Sancho: Bueno, pará, si vamos a hablar desde el origen, esto empezó mucho tiempo atrás…

N —(entre risas) Bueno, ¡pero no nos vamos a remontarnos tanto tiempo atrás!

S —De alguna manera sí. Esto empezó en el ´97, cuando tocamos en Ciudad Universitaria. ¿O fue en el ´98? Bueno, Ramiro tenía ganas de armar una banda. En esa época escuchábamos mucho rock sinfónico y rock progresivo y queríamos armar un formato como era el de la banda Emerson, Lake & Palmer, que era teclado, batería y bajo… Un día cayó Rami con la propuesta de tocar en Ciudad Universitaria donde había unos festivales en el patio central.

N —Sí, en el pabellón tres de la facultad de arquitectura, yo estaba en segundo año de arquitectura y Rami estaba estudiando Imagen y sonido, ¿no?

R —Yo estaba en el CBC.

N —Bue… pero de Imagen y sonido… Me lo encontré en el patio y me dice: «Che… me anoté para tocar, ¿querés tocar?» «Sí, ¿cuándo?» «La semana que viene». ¡¿Qué?! Viste, todavía no nos habíamos juntado a tocar nunca.

S —Ahí nació la primera banda que se llamó Somnus finis. Nacimos tocando. Empezamos a elaborar una ópera que había compuesto Ramiro que se llama «El Bosque», pero en un momento dado se disolvió y no se llegó a hacer. Pasaron los años, las décadas y en un momento dado se me ocurrió volver a arrancar, pero con un proyecto cinematográfico (yo estudié cine, también). Quería hacer una especie de docuficción: una investigación de lo que había sido la banda «Somnus finis» en los ´90. Como que hubiera sido una súper banda, recontra famosa y que de repente había desaparecido. La excusa era armar este documental y el día que se terminara, proyectarlo en un teatro con el regreso de la banda. Bueno, nunca lo hicimos a eso (se ríe).

N —Pará… pongámosle un poco de fechas: ese reencuentro en el 2014-15.

S —Claro, no tocábamos juntos desde el 2000 y quince años después volvimos a juntarnos. La idea era darle una vuelta de tuerca moderna. Pero entonces Rami se fue y apareció Iván. Con Nacho ya veníamos bastante manija con seguir tocando; ahí ya empezamos a traer temas.

N —Todo esto arrancó en el altillo de la casa de Sancho… Medio surgió espontáneamente medio zapando. Hubo química y arrancamos. Esto fue a principios del 2016. ¿Querés agregar algo de esto, Sancho?

S —El objetivo desde un principio era grabar. Nos interesaba más grabar porque era algo que nunca habíamos hecho, por lo menos seriamente…

LP —Pero igual ustedes tocaban…

S —Sí, salimos un par de veces.

N —Los dos en el 2018. En el 2019 ahí empezamos a encarar ya la grabación del disco. En mayo entramos al estudio de Pato (Patricio Claypole) que se llama El Attic.

S —También es un ex compañero de colegio. El flaco se puso a grabar desde re pendejo y ahora tiene ese estudio propio. La particularidad que tiene es que, desde hace muchos años, se dedicó a comprar por el mundo mucha maquinaria de grabación antigua, de cinta abierta, cosas que los estudios más grandes estaban tirando porque estaban reemplazando todo con lo digital. ¡Pero estas máquinas son con las que se grabó toda la historia del rock!  ¡Inclusive antes del rock!

N —Todo en cinta magnética con máquina de los años ´60. ¡Pero buenísima!

S —Con tecnología de la NASA, pero de la NASA de verdad. Hay piezas que las hacían para los transbordadores de la década de Kennedy, que era para… no sé… los sistemas hidráulicos del transbordador, y para el grabado de música… ¡es buenísimo! Hay cables que son así, para las dos cosas. Queríamos seguir esa línea de la música que siempre nos gustó, y si queríamos volcarlo estéticamente teníamos que grabar de esa manera.

Mega Rocka

LP —Para quienes no están tan familiarizados con este tema, ¿qué diferencia marcarían ustedes como mejoras entre lo que es cinta abierta versus grabado digital?

S —La calidad de sonido es ampliamente superior, tenés una gama mucho más amplia de frecuencia. Son detalles muy estéticos y artísticos, pero tiene otra textura de sonido. Los instrumentos no electrónicos como la batería, se escucha mucho mejor.

R —Tiene más cuerpo todo.

S —Sí, tiene más cuerpo. Hay más contrastes y más amplitud entre los bajos y los agudos. Entonces, tenés un universo más de sonidos que por ahí es imperceptible, mejor dicho, uno no lo entiende, pero sí lo percibe.

LP —Lo que sí llama la atención es que predomina lo instrumental por sobre la letra de las canciones. ¿Cómo manejan a ese equilibrio?

N —Bueno, eso tiene mucho que ver con nuestras influencias musicales, ¿no? A nosotros lo que más nos influyó fue el rock clásico de los ´70, el rock sinfónico, el progresivo que dijo Sánchez, el rock más crudo…

R —Claro, de los ´80 también; ´60…

S —En los que había cierta crudeza instrumental y sí, no era tanto la letra… Aunque bueno, alguna que otra… Estoy pensando en Motoqueros, tiene una letra, que para lo que hacemos, es bastante extensa… Pero sí, son más que nada temas que son riff, una idea principal y nos jugamos con eso.

LP —¿Juegan mucho con la improvisación?

N —Y bueno, así surgieron, con improvisación. Después no. Después todo está bien estructurado. Pero al principio, en el altillo, en la cocina digamos, surgía mucho lo de probar. Por ejemplo, uno traía un riff, el otro se lo llevaba a su casa y caía con una letra en el próximo ensayo. Ese es el caso de «Motoqueros fantasmas».

S —Bueno, pará, uniendo eso que decís, hay que terminar de contar la historia, porque éramos un trío que decidimos grabar en lo de Pato, y notábamos que, como trío, estábamos cortos. Ahí fue cuando volvimos a convocar a Ramiro para que le metiera unas teclas, que complementara lo que le faltaba. Y la llegada de Ramiro fue clave. Así que de cierta manera los temas se terminaron de componer y armar en esa grabación.

LP —Otra cosa que me llamó la atención es la extensión de las canciones… un promedio entre siete u ocho minutos…

N —¡Eran más largos y los acortamos ja ja ja!

S —Ya por tradición siempre hicimos temas largos. Cuando empezamos con Somnus finis, también, temas larguísimos. Y de hecho hicimos (no sé si ustedes se acuerdan), pero hicimos una serie (al principio grabábamos con casette… de los de noventa minutos) que se llamó «Lima» que eran improvisaciones que duraban el casette completo.

 

Se destaca entre ellos la amistad que los une, por eso es que la banda tiene tantas anécdotas, porque entre ellos comparten esa historia de décadas. Son amigos del barrio, del club, del colegio primario y secundario. Se entreteje entre ellos una complicidad que se fortaleció, sin duda, entre guitarras, bajos y baterías. 

N —También nos conocemos del rock. En la adolescencia Rami tenía una banda, Sancho tenía otra… y yo tuve otra, y estábamos ahí pululando, siempre…

S —En esa época había mucho rock, éramos… somos de una generación de mucho rock… Era muy habitual que uno estuviera en una banda o que fuéramos a ver una banda… no sé… se vivía mucho más rock que ahora… que los chicos de ahora…

LP —Cuando los escuché por primera vez, me transportó a un bar, sentada tomando una birra y escuchando a la banda tocar, donde de repente uno se cuelga con lo instrumental, entonces arranca la letra que te llama la atención trayéndote de nuevo a ese presente, y de pronto, de nuevo lo instrumental… Como que es música que te acompaña.

R —Como el lema de la banda: «una banda compañera».

S —Sí, crearte un clima, generar situaciones internas. Pero como dice Rami: hoy un pibe de veinte años no te mira un video de un minuto… ¡un minuto es muchísimo! ¡Imaginate un tema de los nuestros! No es como antes que ibas con el vinilo (aunque ahora haya mucha gente que los vuelve a escuchar) lo ponías y lo escuchabas de punta a punta mirando el arte de tapa… Charlando con alguien o tirado en el piso viajando…

N —Sí, eso hoy no existe más.

LP —Y el nombre MEGA ROCKA, ¿de dónde surgió?

N —¡Uhh…!

S —El nombre fue dificilísimo.

N —Sí, le dimos mucha vuelta, a ver… Contalo vos, Sancho, que vos lo contás mejor.

S —Queríamos darle una vuelta y como que el lema era: rock viejo, duro y pesado… como algo que nos hacía acordar a un mamífero… o de la mega fauna de la época de la era glaciar… Un mastodonte, viste un bicho pesado, viejo… que la gente ya se olvidó, pero que está ahí, que sobrevive, herido y medio agonizante… Eso era como la analogía de la música que queríamos hacer. Entonces, empezamos a buscar nombres de especies de aquella época, pero imagínate: ¡de mamut en adelante existen todas! No hay ninguna banda que no tenga un nombre de una mega especies de la era del hielo. Entonces, pensamos en algo con las ruinas megalíticas, ¿viste? Y bueno, quedó MEGA ROCKA, que yo creo que está bastante bien. Porque es ese concepto de viejo, duro y pesado. 

LP —Si tuvieran que elegir un tema, ¿cuál sería?

S —A mí, particularmente, es «Motoqueros fantasmas» porque, primero cuando lo trajeron, no daba ni dos mangos… Después fue quedando… de hecho casi en un momento lo anulamos.

N —No quedaba…. No…

S —Hasta que le encontramos la vuelta, sobrevivió. Ese fue un ejemplo de uno de los temas que se terminaron de armar en el estudio. Porque fue clave lo que le agregó Rami, el tema hizo un giro de 180° y se transformó en uno de los mejores. No sé si abusé o no, pero aproveché la experiencia que tenía con el cine y armé unas sonorizaciones pseudo cinematográficas y bueno… quedó… a mí me encanta cómo quedó.

N —Sí, a mí también, es uno de los temas que más me gustan. Pero no podría elegir uno. Todos tienen lo suyo, tienen cosas muy buenas. 

S —¿Y para vos, Rami?  Que por ahí lo ves más desde afuera, no participaste tanto de la composición, ¿cómo lo ves?

R —Yo lo veo todo como una obra donde cada una es una pieza, cada uno tiene una estética hilado por ese sonido de rock vintage. EL DESIERTO me gusta porque me gusta el desierto en sí. Pero todos tienen un poco de desierto. Escuchás «Motoqueros fantasmas» y escuchás un motoquero que va por el desierto.

N —Sí, sí, es un disco de desierto…

R —Yo elegiría DESIERTO. Además, hay más instrumentistas… está la flauta…

N —Sí, ahí se generan varios climas diferentes. Ese, por ahí, sería el tema más progresivo…

R —Sí, o representativo, también, ¿no? Mezcla un poco del rock pesado, un clima, un cuelgue como le dicen ustedes, la letra, la flauta, el viento, el instrumento de madera. Y también un homenaje…

 

LP —¿Quién escribió la letra de ROCKAS?

N —Yo. Esa letra viene de un libro «prohibido» que habla de los atlantes y del pueblo de los atlantes que se perdieron. Digamos que fueron avanzando sobre el mundo y fueron dejando su sabiduría… Y bueno, es una historia medio compleja…

S —Que está relacionado a la estética y un poco al nombre de la banda… Y al espíritu de la banda, ¿no?

LP —...Cuando decís: «la tierra se abrirá y surgirá la verdad» ...

N —Bueno, en un momento habla sobre las piedras durmiendo en el fondo del mar, tiene que ver un poco con eso que van a despertar y van a volver a vibrar, tiene que ver con la frecuencia de vibración de los monumentos megalíticos. Y que en algún momento va a volver toda esa sabiduría y ese conocimiento, que no está perdido, está… casi…

S —Está dormido…

N —Claro, está dormido.

LP —¿Y quién escribió «La Bestia»?

S —Yo.

LP —¿Qué nos podés contar de esa metáfora?

R —¡Uhh…! todos presos vamos…

S —Temón… La letra la escribí antes que la música, hace años, en los ´90 ponele. La letra es más de adolescente o de joven… Hubo un momento más conflictivo de mi vida en donde sentía que había un lobo dentro de mí que sentía que quería escapar, y en ese intento de escaparse se lleva todo puesto. En el proceso de grabación o de ensayo hubo un cambio en la letra sin querer que a mí me fascinó y ahora quedó así: donde dice «… esta vez pudo huir…» la letra original seguía así: « (…) pero yo no sé dónde irá».  Y ahora es: «pero yo sí sé dónde irá». Que está mucho mejor… ¡Y yo sí sé dónde irá ahora!

LP —Para ir cerrando… ¿Cómo sigue MEGA ROCKA?

S —El objetivo que teníamos con la grabación era subirlo a las redes (obviamente) y mostrar al mundo lo que hicimos, pero también, siguiendo la línea de la estética y el concepto de duro, pesado y viejo, queríamos hacer una tirada en vinilo. De hecho, cuando hicimos la mezcla final, hicimos una mezcla especial, porque para grabar en vinilo lleva una mezcla especial para volcarla al vinilo.

Así que bueno, el proyecto está ahí, terminarlo en vinilo.

LP —Todo eso lo hacen ustedes de manera independiente.

S —Sí, este disco es 100 % independiente: dependiendo de los dioses, del clima, del estado de los caminos, nada más… de la buena voluntad del que nos grabó, del que nos editó y de la música.

 

Se olvidó de nombrar, Sánchez, la buena voluntad de sus integrantes, que combinan la vida cotidiana del siglo XXI en la Argentina (que no es poco) con su pasión. Compromiso y amistad, creo que la autenticidad de la banda se encuentra ahí; y en la importancia de cuidar cada detalle alcanzando la mejor expresión de su arte.

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