top of page

Bienvenidos a La Palestra Noticias, la revista cultural de La Palestra Ediciones, donde encontrarás notas y entrevistas a aquellas personas apasionadas por su disciplina: Cultura Deporte, Literatura, Viajando, Astrología y Corpore Sano son nuestras secciones.  

junio 2022

Uno es el hacedor de su propio destino

Entrevista a Julia Elena Zavalia, Calendario maya.

El camino de Julia Zavalía y el mío volvieron a cruzarse, ya no en el patio del colegio ni en su casa cuando iba de visita a lo de mi amiga donde ella era «la hermana más grande», sino por esto que insistimos en llamar SINAPSIS CULTURA.

Hace un par de meses le escribí para convocarla a ilustrar la tapa del libro «Tripolar» de Luciana Corbetta. Desde la editorial buscábamos que la ilustración refleje el entrelazado de los cuentos en una trenza, de esas gruesas, cargadas de cabellos e historias, y quedamos fascinados cuando vimos los dibujos que Julia ya venía haciendo con esta misma temática y que a la vez tienen una historia propia de búsqueda y hallazgos. Las trenzas en su obra son la culminación de un camino de autoconocimiento cuya herramienta principal fue el estudio del Calendario maya.

Después de haber vivido un tiempo en México, Julia y su familia volvieron a la Argentina y se instalaron en el campo, en una casa a varios kilómetros del pueblo más cercano. Dedica su tiempo a pintar, a dar talleres y a la lectura de cartas natales basadas en el Calendario Maya. De esto estuvimos hablando un largo rato. Como siempre, vamos a empezar por el principio, por esa primera búsqueda.

—A los 18 me hice mi primera carta natal basada en astrología occidental. Había terminado el secundario y no sabía qué estudiar. Entonces, mi madre (siempre muy astuta) me dijo: «te conseguí una astróloga que hace cartas natales con orientación vocacional». Listo, conquistó mi corazón. Tiempo después, mientras estaba haciendo el taller de pintura de Flora Fernández Alonso, fue que empecé a estudiar el Calendario Maya, esto sería en el 2004. Siempre latente, iba sacando la carta a amigos y conocidos; iba viendo, probando, investigando, pero siempre era como una herramienta que estaba ahí...

—Medio a la distancia.

—Claro. Pero de repente me di cuenta de que empezaban a caer cosas como fichas. Volví al calendario, me revisé y dije: «¡ah!, no, pará, esto que está pasando es tal cual lo que tenía que pasar».

Explica que el Calendario va marcando ciclos de aprendizaje y que cada persona los hace diferentes, los recorre distinto: en distinto orden y a distinta edad.

—En ese momento me encontré con que estaba cerrando un ciclo de trece años. El año trece es el año del triunfo, el año donde uno cobra seguridad en este proceso de aprendizaje. A los veintiocho iba comenzar otro ciclo importante, entonces me concentré más con el tema del calendario y empezaron a pasar cosas…

Julia estudió la cuenta calendárica que utiliza la escuela de José Argüelles de la mano de Ofelia Rey, quién a su vez fue discípula de Marco Lobos. Entonces, en el 2013, llegó a México buscando profundizar más en este saber. Aprendió que existen diferentes cuentas y que es un conocimiento que si bien está escrito en códices, hay mucha herencia oral, con distintas cuentas e interpretaciones. Se fue nutriendo de todo esto. En las ruinas de Palenque dio con una astrónoma que le pasó el dato de un guardián del calendario maya, de ascendencia maya quiché. Enseguida le escribió, pero recién al año siguiente, en un segundo viaje, pudo contactarse y tomó clases con él. Apab´yan Tew se llama, y con Julia hizo una excepción porque no suele dar clases.

—Bueno, entonces, como para organizar bien las ideas. ¿Cómo es el calendario maya?

—Son 260 días de 24 hs, que va engranando con el calendario solar. Los mayas tenían varios calendarios: el Tzolkin (o en maya quiché Cholq´ij) sería su calendario sagrado. El nombre más o menos significa «manejo armónico de los días». Kin vendría a ser «día» y está compuesto por dos nahuales.

—¿Qué son los nahuales?

–Entidades energéticas que actúan en la Tierra. Prestan su vibración para los ciclos y los procesos. Entonces, seguir el Tzolkin es seguir un «sincronario energético». Es una herramienta para sincronizarte con los ritmos y los ciclos de la Tierra.

Tenemos veinte nahuales nominales y trece nahuales numéricos. En el calendario vamos a tener todas las posibles combinaciones entre un nahual nominal y uno numérico. Eso va engranando con el calendario solar. Lo que ellos plasman en este calendario energético son observaciones de todos los ciclos de lo que es la vida en la Tierra: de los astros y también de los ciclos de lluvias, del crecimiento del maíz, etcétera. Los 260 días son, prácticamente, nueve meses.  

Un nahual está constituido por una energía masculina, que desciende del cielo, y una femenina, que asciende de la Tierra, y se enlazan y forman ese nahual. Lo mismo pasa con el alma para los mayas quiché: el momento de la fecundación es ese ascender y descender de energía masculina y femenina que se enlazan en el nahual del alma de esa persona. Entonces, el día en que nació, según los nahuales que están actuando, van a indicar todo eso. Para los mayas quiché es el universo natural de esa persona y durante su vida va a ir buscando o procurando situaciones o cosas que lo lleven a ese universo natural.

—¿Cómo fue tu recorrido por este estudio?

—Fui investigando por mí cuenta y empecé acá, en Argentina. Después, estudié con Apab´yan en México. Mi aprendizaje de alguna manera es como todo: uno está dentro de una cultura, que responde a ciertas costumbres, cosas, cosmovisiones y filosofías. Hay conocimientos que tienen mucho sentido y viviendo dentro de esa cultura cierran muy bien. Ahora, si sos como me siento yo, que venís de un origen, pero empezaste a buscar otras cosas, entonces, de repente sos una amalgama de filosofías y religiones. Porque, la verdad es que yo soy new age, si le querés poner un nombre, porque soy una mezcla de cosas.

—Me gustó esto que decís de que somos una amalgama de creencias, culturas. Sobre todo, estoy pensando en nosotras, que por ahí venimos de una sociedad muy tradicional, muy estructurada y a medida que fuimos creciendo, fuimos conociendo un montón de cosas que fuimos incorporando. Si bien tiene mala fama el término new age, tal vez desde la parte más esencial, es eso, ¿no?

—Claro, porque justamente el new age fue como la entrada a la posmodernidad. Y una de las características de la posmodernidad es este sincretismo: el sincretismo de las religiones y de las filosofías. De repente uno va a misa, pero llega a su casa y hace yoga y prende un sahumerio.

Entonces (en corto) volviendo sobre la pregunta de cómo fue mi recorrido: mi búsqueda es por herramientas que ayuden al autoconocimiento y al empoderamiento, a tomar conciencia de que uno es el hacedor de su propio destino, que uno debe hacer un camino de aprendizaje.

—En este camino de búsqueda, ¿te encontraste con prejuicios o juicios?

—Sí, porque hay que romper un poco ciertas estructuras cuando vas hacia algo diferente a como te criaste. En algún punto había como miradas de «¿qué es eso? ¿Qué es ese divague?». Pero creo que fui más juiciosa yo conmigo misma que el entorno. Tuve que romper más mis propias barreras y prejuicios.

—Remarcaste el tema de la importancia de dónde nació uno y cuál es la cultura y sociedad en la que se cría.

—Sí, marco mucho lo de los horizontes de pre comprensión de Gadamer…

—¿Qué es eso?

—Es un filósofo que habla de estos horizontes de pre comprensión de la realidad. Por ejemplo: yo, Julia Elena Zavalía, nací en San Isidro, entonces imagínate una crucecita en el centro de un circulito. Dentro de una familia católica, otro círculo; conservadora, círculo; estudié en un colegio católico, círculo; después estudié el calendario maya, entonces se abre otro círculo… Y así uno va extendiendo sus horizontes, va sumando, pero siempre vas a pre comprender desde ese centro, desde esa crucecita que está en el medio de todos esos círculos. No hay forma que yo salga de ahí, que deje de ser eso.

Sí creo que esto fue fundamental para mí. Primero, para reconciliarme conmigo. Hoy puedo decirte que no practico la religión católica, pero jamás voy a hablar mal de ella porque es algo que me constituye, es algo que, el haberlo recorrido, me deja parada donde estoy. Pelearse con todo ese pasado que constituye nuestro hoy me parece totalmente absurdo.

—Tal cual, no se puede negar ni borrar, ya está y algo habrá aportado. También estudiaste astrología occidental, ¿no? ¿Sumás esa información en tus consultas?

—Por lo general, es el final, el último ratito de la lectura es cuando hablo más que nada del Sol, si está afectado por algún planeta, la Luna y el Ascendente… y si tienen algún tránsito importante. Es como que no hace falta meter mucho más porque ya se habló antes. Eso es lo loco: la otra vez, una consultante me preguntó si a todos les pasaba que coincidían así los temas. Y sí, porque estamos analizando lo mismo desde distintas visiones.

—La persona es una.

—Claro.

—Así como en la astrología occidental tenemos los planetas principales (el Sol, la Luna, el ascendente) como los pilares por donde se arranca a analizar una carta, en el calendario maya ¿cuáles son esas puertas de entrada?

—Tu puerta de entrada siempre es tu Kin de nacimiento. De ahí, por cuentas que se hacen dentro del calendario, avanzas para un lado, retrocedes para el otro, vas haciendo una serie de cálculos, entonces, junto con esos dos nahuales del kin de nacimiento, viene otro grupo de nahuales.

En este tipo de lectura lo que hacemos es separar tu alma energética en cuatro:

El cuerpo emocional (la personalidad), los nahuales que se ubican acá tienen que ver con tu resonancia: desde dónde te identificas y construís tu identidad, ahí se ubica el Kin de nacimiento.

El cuerpo físico: es el que nos conecta con el afuera y nos ayuda a experimentar lo que es el placer-displacer. Los nahuales que se ubican son potencias energéticas que no nos cuestan, los reconocemos como una facilidad o un don. Pero, cuando no nos estamos llevando bien con nuestro cuerpo, es porque suele haber algún bloqueo.

El cuerpo mental, donde se ubican los nahuales que tienen que ver con nuestro desafío: desafío de productividad, de búsqueda de sentido. La mente es la que hace la lista de pros y contras, causa-efecto, la lógica.

Por último, está el cuerpo interno espiritual, que son las búsquedas internas y desde donde nos relacionamos.

Lo que tiene esta astrología es que todo se ve en dualidad. Entonces, todos los nahuales se ven en duplas de dualidades de opuestos complementarios. Dentro de estos cuatro cuerpos, vamos a ver cuáles son los nahuales que están de forma más evidente y cuáles son los que vienen a complementar eso.

—Voy a hacer una pregunta, por ahí esté mal formulada, pero a ver si se entiende: ¿hay nahuales, vamos a llamarlos «negativos» o complicados?

—O sea, los nahuales no tienen moral, eso es una construcción nuestra. El nahual, la entidad, la oportunidad energética, es una y no está bien o mal. Está en cómo uno use esa herramienta. Sí, son oportunidades energéticas, pero influye mucho el cómo uno aprendió de esa herramienta.

Esto tiene que ver con el «sincronario energético» que también sirve para sincronizarnos con quien tenemos al lado, entendiendo los procesos y herramientas que tiene el otro (diferentes a las de uno). En lo que es la crianza, según el entorno energético en el que crecemos, el proceso de aprendizaje en el que estamos durante nuestra infancia y lo que son nuestras relaciones cercanas (familia, amigos...), claramente influyen en cómo vamos conociendo nuestras potencias energéticas y, también, nos da una pauta de qué es lo que buscamos afuera (o elegimos rodearnos) para ver completarse el entendimiento de nuestra propia búsqueda. 

Lo que me está pasando últimamente es que estoy recibiendo muchas consultas de padres preguntando por sus hijos, porque encuentran en Calendario una herramienta más para poder comprenderlos en su proceso, en sus inquietudes, en qué puede gustarle o incomodarle... O como ayudar a esa personita a aprenderse mejor a sí mismo.

madres de la dualidad.jpg

—También sos artista plástica, ¿ves que esta búsqueda haya influenciado tu obra?

—Sí, recontra. Primero que yo, como artista, siempre me gustó la parte de… como te digo… En este tema de las búsquedas dentro de lo que son las creencias, las religiones, sobre en qué creo y en qué no, siempre fue muy importante el arte. Fue un camino de autoconocimiento. De hecho, tengo toda una serie de obras donde me pinto doble. Se llama Terapia de pareja porque era ese diálogo permanente conmigo misma. Y así fue que, cuando terminé el ciclo interno espiritual, me cayó la ficha y dije: «pará, estoy hace años pintándome doble, estoy terminando mi ciclo interno espiritual. O sea, fueron todos estos años de diálogo interno». Ahí fue que retomé el calendario. El arte siempre fue algo muy propio de terapia para mí. También lo que más me gusta es, en los talleres, generar ese espacio para que otro encuentre esa sanación o eso que te da el arte reconfortante: de repente estar de adentro sacando para afuera y procurando que se vean bellas, armónicas y artísticas. Eso ya es un acto sanador.

Al arte lo llevé por ese lado siempre, y desde que apareció el calendario maya, hice sincronizaciones energéticas con los sellos: si necesitaba algún tipo de meditación en su momento, la hacía dibujando sellos.

—¿Qué son los sellos?

—Son los dibujos de los nahuales. La escritura maya es en glifos. Cada nahual tiene un glifo que lo representa. Entonces, dibujaba los glifos y los combinaba y hacía meditaciones. Y de repente empecé a hacer esto de las trenzas. Salió de una pintura de autorretrato doble donde hice crecer mi trenza, me la enredé en la cabeza, empecé a jugar con ella y, de pronto, la trenza se independizó, se transformó en árbol y se fue a la abstracción. Años después (con las trenzas empecé en el 2008), en el 2014, cuando me encuentro con Apab´yan y vio por casualidad mis pinturas dijo: «Julia, tú dibujas nahuales». Y ahí fue que me explicó lo que era un nahual; y siguió: «Sí, por fin puedo ver lo que es realmente un nahual, vos los estás dibujando». Entonces flasheé, ¡imagínate!, me hizo esta explicación de una energía que desciende masculina y una femenina que asciende y todo ese enredo; y eso también me resonó, me hizo sentido. Ahora, cuando dibujo, lo interpreto de esa manera de alguna forma. No es que cada dibujo es un nahual, pero sí lo entiendo como esa unión de la dualidad: del femenino-masculino que se encuentran y tratan de trascenderse y formar algo nuevo.

Julia nos compartió los dibujos inspirados en Nahuales. Además, y como siempre, la invitamos a responder el Cuestionario La Palestra.

Cuestionario La Palestra

El juego es sencillo, te pasamos seis preguntas de las que él tenía que elegir cinco para contestar. Existe una única regla: cada pregunta debe estar respondida en una oración.

El desafío: el poder de síntesis.   

¿Cómo describirías al Destino?

Nuestro Destino es hacia donde nos dirigimos con cada sentimiento, pensamiento, decisión y acción que tomamos, consciente o inconscientemente.

 

¿Cuál es la perdición de la humanidad? 

En este planeta de dualidades, la perdición de la humanidad es la misma que su salvación: el libre albedrío.

  

¿Qué es el dibujo y la pintura para vos?

Es un acto creativo de auto armonización y sanación que disfruto mucho, pero lo vivo como un gran desafío mental.

 

¿Qué misterio te gustaría develar?

Me gustaría encontrar la llave maestra que abra todos los secretos de mi mente y, por qué no, ¡de todas las mentes!

 

¿Qué es el Arte en tu vida?

El Arte reúne las expresiones de millones de subjetividades, por eso es la posibilidad de comulgar entre nosotros a un nivel más inconsciente, vibracional y existencial.

bottom of page